Collage íntimo

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Trocitos...

jueves, 15 de septiembre de 2016

La gran belleza

"La gran belleza" ("La grande bellezza") es un largometraje del año 2013 del director italiano Paolo Sorrentino. Entre otros premios, recibió el Oscar, el Globo de Oro y el premio BAFTA a la mejor película de habla no inglesa.

Escribo sobre ella por el mismo motivo por el que suelo escribir sobre otras cosas: porque me apasiona. Para mí, las películas buenas son como el colesterol malo, se me pegan a las arterias y, sobre todo, al corazón. Cuando la vi por primera vez me fascinó. Al verla por segunda vez, la infiltración se ha extendido y, de mis tejidos, ha llegado al cerebro. Y no hay manera de sacarla de ahí. Mis amigos más cercanos me dicen que sufro una adicción y puede ser verdad. A ratos no puedo dejar de pensar en otra cosa y me ronda los pensamientos, se me viene a la cabeza, me asalta, me resuena, me invade y me obsesiona. Ahora quiero que pase algo de tiempo para verla por tercera vez y algo de distancia.

¿Que si hay para tanto? Pues no lo sé, la verdad. Me da miedo hablar con tanta pasión sobre esta película porque me expongo a que alguien, empujado por mi vehemencia, se lance a ver la película y, ante tal expectación, quede decepcionado. Ya se sabe que esto pasa. Y mucho.
Pero yo no sé hablar de otra manera. Eso sí, creo que debo advertir que no es una película al uso. No es una película comercial. Es más, se aleja de todo lo que caracteriza y envuelve al cine comercial occidental. Exige de un mínimo de sensibilidad para verse completa y un máximo para disfrutarse plenamente. Quizá, también, un mínimo de apetencia por lo nuevo, por lo que se sale de lo convencional, por lo que añade la necesidad de pensar, de aportar y de profundizar en una cierta introspección, tanto de los personajes como, ¿por qué no?, personal.
Además, para mí, el complemento indispensable, el producto final, es cómo se fermenta la película en nuestro interior, cómo madura y cambia, cómo produce nuevas sustancias y efectos con el paso del tiempo y la digestión de sus cualidades y contenidos.

Cuando me dispuse a verla por primera vez pensé que iba a ver "la gran belleza", una sucesión de hermosas imágenes de Roma, bellos planos y cautivadora fotografía. Eso también. Pero me encontré con mucho más.
El inicio causó en mí tanto desconcierto que pensé "No sé de qué va, pero, ¡esto promete!" Y comprendo que es de esos inicios que, a otras personas, podría levantarlas de la butaca o hacerles cambiar de canal… En una zona monumental de Roma un coro entona un canto melodioso, armónico, bello. Un hombre se separa ligeramente de un grupo de turistas japoneses y, mientras admira las vistas y realiza fotografías, pierde el conocimiento y cae desplomado. Creí ver una clara referencia al Síndrome de Stendhal (El Síndrome de Stendhal, también denominado Síndrome de Florencia o "estrés del viajero", es una enfermedad psicosomática que causa un elevado ritmo cardíaco, vértigo, confusión, temblor, palpitaciones, depresiones e incluso alucinaciones cuando el individuo es expuesto a obras de arte, especialmente cuando éstas son particularmente bellas o están expuestas en gran número en un mismo lugar).
Este episodio carece de relación directa con la trama puramente narrativa de la película, pero me parece una genial muestra de intenciones.
Inmediatamente después, conocemos al protagonista, Jep Gambardella (Toni Servillo), un escritor y periodista, alma de la noche romana. Lidera lo que parece "la madre de todas las fiestas", la pantagruélica celebración de su 65 cumpleaños. Dicha fiesta concentra a lo mejor (o lo peor, según se mire) de la alta sociedad romana en un caleidoscópico collage humano, estridente, desconcertante, apabullante, excesivo, petulante, rebosante de engreimiento y autoindulgencia. Probablemente, sin pretenderlo, Jep ha terminado convertido el líder de tan insoportable marabunta. Todo el mundo adora a Jep, todo el mundo quiere ser como Jep, todo el mundo quiere estar con Jep… menos Jep.
Jep parece sumido en una especie de depresión que le asfixia y que le incapacita para disfrutar de todo cuanto ha hecho o conseguido durante su vida. Pero no es una depresión de esas de andar llorando por las esquinas y meterse en la cama, tapándose la cabeza. Es una depresión "existencial", podríamos decir. Algo así como si no pudiera dejar de preguntarse: "¿Quién soy?", "¿Quién he sido?", "¿Qué he hecho con mi vida?", "¿He logrado lo que en mi juventud soñé que haría?".
No podía evitar pensar constantemente en ese tipo de depresión que estudiamos en psiquiatría y psicología que se llamaba algo así como depresión por "Balance Vital" que llevaba a muchas personas al suicidio en una franja de edad muy similar, como consecuencia del análisis de su vida, sobre lo logrado, lo conseguido, el grado de satisfacción personal. Supongo que la felicidad. O su ausencia.
Me pregunto cómo reaccionaría si, llegado ese momento, la impresión en mi alma fuera la de haber desaprovechado la vida, la de no conservar nada de lo importante, la de estar rodeado de banalidad, de personas sin sustancia y de cosas sin alma. Quizá deberíamos plantearnos ahora qué queremos tener en nuestra vida, qué queremos hacer con ella, a qué relaciones queremos conservar a través de los años o a qué tipo de personas deseamos incorporar. ¿Somos honestos con nosotros mismos? ¿Somos tan felices como aparentamos? ¿Por qué no lo somos? ¿Por qué necesitamos aparentarlo? ¿Hacemos algo de forma proactiva por cambiar lo que impide nuestra felicidad? ¿O esperamos a que la felicidad, ese bien absoluto al que creemos tener derecho a nativitate, nos llegue porque así lo merecemos?
Jep tuvo un amor y lo perdió. Creó algo bello (el libro que le dio la fama, "El aparato humano") y no fue capaz de volver a hacerlo. Cayó en un profundo vacío del que no supo salir. Pero, entonces, yo me pregunto: ¿Qué es LA GRAN BELLEZA? ¿Es esa inmersión en el abismo de nuestra consciencia? ¿Es la búsqueda del sentido de nuestra vida? ¿Es la capacidad de amar o de crear? ¿Es lo que uno siente cuando ama o crea? ¿O cómo nos transforma lo que sentimos? ¿Es, acaso, la ilusión por el futuro, por el porvenir? ¿Será la vida? ¿O, es posible que, incluso, se trate de la muerte?
Quizá, La Gran Belleza es algo diferente para cada uno de nosotros y Sorrentino deja ahí las herramientas para que tratemos de encontrarla o al menos, nos planteemos buscarla, quizá por primera vez en nuestra vida.
Si me permitís, desde este humilde espacio, os invito a exponeros a ver "La gran belleza", a ser capaces de regalárosla y utilizar todas las herramientas que deja por medio tras el "FINE", para llenar vuestra vida de esas preguntas que la harán todavía mejor, si cabe.

Y, de regalo, por lo bien que os habéis portado, siendo capaces de aguantar hasta aquí, este célebre poema vitalista del genial Walt Whitman.
Al fin y al cabo, a mí, personalmente, me suena a lo que para mí es "la gran belleza".

NO TE DETENGAS, por Walt Whitman

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase, nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas …
WALT WHITMAN (1819-1892)
Versión de: Leandro Wolfson