Como diría Paco Umbral, "he venido a hablar de mi cumple".
La semana pasada fue mi 40 cumpleaños. Yo no he sabido qué es eso de la crisis de los cuarenta ni nada por el estilo. Todo el mundo me pregunta: ¿Qué, cómo lo llevas? Y yo: ¿Qué cómo llevo el qué? Que no, que no, que no me pienso deprimir. Tengo ya más años que un bosque, pero me siento bien, mi gente está bien y yo soy feliz…
El día real de mi cumpleaños fue un día absolutamente normal. Madrugué, fui a trabajar por la mañana. Atendí pacientes. Regresé a comer a casa y en familia. Hicimos todas las cosas que se hacen con los niños: llevar y traer del cole, hacer deberes, jugar, bregar, bañarlos, hacer cenas, leer cuentos… Y, como colofón, nos cenamos un delicioso "sandwichito" que hizo mi señora y nos dormimos viendo alguna de esas series de criminales y polis que tanto nos gustan…
Bueno, lo confieso, a mitad de la tarde sufrí una pequeña crisis existencial. Me llamaba la gente para felicitarme y me preguntaba: ¿Qué hacéis hoy? ¿Haréis algo especial, no? Y me fui agobiando, pensando: ¡¡¡¿Es que al final no vamos a hacer nada especial hoy, o qué?!!! Me irrité un poco tontamente porque, luego, me di cuenta de que realmente no quería hacer nada más que lo que hice: estar con mi mujer y mis hijos y disfrutar de ellos y de un maravilloso día "normal".
Para el sábado andábamos preparando una fiesta, de esas que quedarán para el recuerdo. Elo siempre me reprocha que no le he dejado que me haga una fiesta sorpresa, y es que, desde que empezó el año tenía en mente que quería montar este sarao. Me hacía mucha ilusión juntar a todos los amigos con los que he compartido cosas y tiempo durante estos años y, dado que celebraciones familiares hago todos los años (incluido éste) quería que tuviera un carácter joven y desmelenado… (sí, claro, desmelenado). Por ello decidí prescindir de padres, madres, tíos, tías, abuelos, abuelas, niños y niñas. Además, tampoco quería que se me convirtiera en una boda, por lo que hube de limitar la lista, dejando fuera, con todo el dolor de mi corazón, a muchos conocidos, antiguos y actuales compañeros de trabajo y resto de familia propia y política.
Al final, tras mucho pensar, planificar y preparar el sarao, llegó el día y todo salió perfecto. Elegí el bar SUR, en la calle Carlos Cañal de Sevilla, porque nos encanta y porque es de unos amigos, Diego y Carlos. La crisis hace que el negocio ande con la bandera a media asta y un achuchón les vendría muy bien. Además, el SUR ha sido testigo de dos exposiciones de mis cuadros y allí celebramos con la familia el bautizo de nuestro mayor; o sea, que forma un poco parte de nuestras vidas.
Al final, acudieron unas 70 personas entre amigos y primos. A cada uno de ellos les tengo que dar las gracias de todo corazón por estar en mi cumpleaños y en mi vida. Los quiero con todo mi alma y me siento afortunado de contarles entre "los míos". Finalmente, hubo también muchos otros "de los míos" que no pudieron venir, por un motivo u otro… bodas, despedidas de soltera, viajes, cuidado de hijos o padres, reuniones de antiguos alumnos, distancia insalvable… a todos los tuvimos muy presentes y los echamos de menos.
Sííííí, ya lo sé, sobró comida por un tubo. Se nos fue la mano. Y es que no es fácil calcular para tanta gente y siempre te da miedo quedarte corto. Diploma de honor a la paciencia para mi "Chiqui" que ha sido mi mano derecha y parte de la izquierda en todo este montaje. ¡Dios, qué capacidad de currar y qué talento para los fogones! Evidentemente, sin ti hubiera sido imposible… bueno, te quiero tela pero tampoco hay que mentir, imposible no, mucho más difícil y peor en todos los sentidos. Te quiero taco, amorcito, ya lo sabes.
La guinda del pastel la puso mi hermano Nacho con uno de sus espectaculares montajes. Ya sabéis, ¡¡¡pura vitalidad!!! Añadió a la reunión de un grupo de personas unas pinceladas de espectáculo, una pizca de poca vergüenza, un saco de cariño, dos sacos de recuerdos, tres cucharadas de nostalgia, dos puñados de talento, cuatro espuertas de risas y una pizca de guasa. Todo muy bien removido y mezclado hasta que el auditorio no podía parar de reír. Sólo puedo tener palabras de agradecimiento hacia él por elevar a infinito el resultado de la fiesta que yo había soñado. Algo empecé a sospechar cuando me dijiste algo mustio que estabas super-liado y no habías podido preparar nada… jeje. Y voy yo el lunes y te meto dos golitos… ainnnsss. Te quiero, enano, ya lo sabes. Eres grande.
Por lo demás, sólo puedo añadir (que ya estará pensando mi primo Luis que no hay manera de que resuma un poco…) GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS Y MIL GRACIAS A TODOS. Gracias por una noche especial que no es más que el reflejo de una vida especial junto a todos vosotros.
Que nadie se enfade, pero quiero hacer algún agradecimiento concreto (sin orden de importancia):
Gracias a los familiares menos jóvenes por comprender su ausencia. Ésta no guardaba relación alguna con el cariño que siento por ellos, sino más bien con el concepto de fiesta que yo había pensado. Gracias, papá y mamá por darme la vida y por darme esta vida. Os quiero todo lo que se puede físicamente. Gracias, Ana por quererme como a un hijo y por esa "peaso" de tarta. En dos palabras, im-presionante.
Gracias por su especial esfuerzo (económico y kilométrico) a los amigos de Maranchón: Juancar, Mª José, Íñigo "el terror del Rockefeler" y "la stripper" Javi. No tengo palabras. Sin duda, ha sido un fin de semana a tope de power.
Gracias a mi pandilla del cole por acudir al enésimo cumpleaños del año. Todavía queda el de Paco y "las repescas"… ¿Quién da más? Prometo esas fotos que luego nunca mando con mi peaso de Flash "Gordo"…
Gracias a "mi" pandilla de Elo por volcarse, a los que vinieron de Madrid, Córdoba, Jerez, Ceuta, Nervión… jaja. Nos vemos ya tan poco que cualquier ratito juntos sabe a gloria. La perfección hubiera sido que no hubiera faltado nadie.
Gracias a todos los primos paternos y maternos, incluidos los que querían venir y no pudieron. Gracias a Rocío y Pepe por su especial esfuerzo. Me encantó teneros a todos a mi lado ese día.
Gracias a mis hermanos por estar siempre ahí y ser, cada uno a su manera, como son. No puedo imaginar lo que hubiera sido mi vida sin ellos, sin su presencia y sin lo que me enriquecen cada día. Gracias a todos, hermanos carnales y políticos, por vuestra inestimable ayuda con tartas, salmorejos, preparativos, animación, recogida final, etc. Os debo dos.
Gracias a otros amigos que vinieron un poco sueltos; gracias Eva y Beni, gracias Juani y Cristina, etc. No quiero empezar a nombrar para que no se me pase nadie. Bueno, ya lo he hecho.
Con la R: algo que yo no sé hacer… Resumir.