Collage íntimo

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Trocitos...

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Los modélicos padres del siglo XXI

Hoy día se habla tanto que, a veces, hasta se habla demasiado.
Me explico.
Estamos en la era de la información y la comunicación. A diario, recibimos continuas andanadas de consejos, recomendaciones, advertencias, pautas e incluso alarmas sobre los más variopintos temas. Con frecuencia llegan desde alguno de las decenas de canales de televisión y, cada vez con más frecuencia, a través de internet (la red o el email).
Habitualmente, asimilamos una información bien presentada como una información veraz y rara vez contrastamos la fiabilidad de la fuente o de su contenido. Es algo así como aquel "lo ha dicho la radio" que otorgaba absoluta credibilidad a una información por el mero hecho de tener su origen en dicho medio.
¿Que a qué viene todo esto? Pues de una conversación que he tenido esta semana con una querida amiga a cerca de los hijos y cómo educarlos correctamente. Mi amiga Olga (un beso, guapura) es una auténtica madraza. Se dedica en cuerpo y alma a su hijo con total convicción, abnegación, dedicación, cariño e interés. Siempre anda preocupada de darle lo mejor. El otro día, en el parque, comentábamos lo difícil que resulta ser padres, más aún con lo fino que debemos hilar hoy día... por lo mucho que se nos exige y todo lo que se nos "prohibe".
Hablando de un caso conocido de un niño de 6-7 años que los padres son incapaces de dominar, surgió la inevitable e impopular frase: "Porque no le han dado dos buenas tortas a tiempo". La dije yo; lo confieso y lo mantengo a pesar de lo impopular y trasnochado de la sentencia. Olga añadió: "Pues, a mí, mi padre me avisaba una vez y, a la siguiente, me arreaba un bofetón", o algo así. Claro, el bofetón no llegaba casi nunca porque uno no daba lugar a ello, con la advertencia era más que suficiente... Y aprendíamos.
Me recordó a aquella conversación de los dos guardias civiles en la genial película "Amanece que no es poco" (José Luís Cuerda, 1988):

---Lo de dar guantazos es un esquema muy sintético que conviene utilizar poco, y utilizarlo bien, casi en plan poético diría. ¡Zas! ¡Zas!. Como algo prodigioso. ¿Tu me entiendes?

---Sí hombre, claro, ¿no te voy a entender?

En fin, película para quien quiera echar un magnífico rato de humor surrealista-rural-intelectual y enriquecerse con un poco de ese otro cine que ofrece algo diferente.
Que nadie me entienda mal, eh, que no voy a hacer apología de la violencia...

Total, que comenzamos a hablar sobre los bombardeos que recibimos por todas partes sobre lo que, hoy día, debemos y no debemos hacer si queremos ser unos PADRES MODÉLICOS: no dar un azote, no levantar la voz, no darles fritos ni chocolate, no darles chuches, que hagan varios deportes e idiomas, que toquen un instrumento, no darles antibióticos, jugar varias horas con ellos, sociabilizarlos, que no vean mucha tele, el padre tiene que ser autoritario y tierno, la madre tiene que ser maternal y severa, debemos estar muy informados y preparados, debemos ser comprensivos y empatizar, fomentarles la creatividad y la psicomotricidad, participar en las actividades del colegio, promover su autosuficiencia y su autoestima, hacer cientos de deberes con ellos, establecer canales de comunicación, yo que sé...
Tanto, que es imposible no sentirnos frustrados. Pero, ¿cuántas de estas cosas debemos hacer realmente?

Al final, todos coincidimos en que bendita fue la mano dura que tuvieron nuestros padres, aunque ésta, alguna que otra vez, cayera con todo su peso sobre nuestras mejillas o posaderas. Sin duda, ello contribuyó a establecer una jerarquía en la que nosotros fuimos los últimos monos y no los reyes del mambo, como son ahora muchos hijos malcriados que se suben a las barbas de sus padres y se atreven a tratarles, no sólo de igual a igual, sino con la superioridad de quien se sabe con el poder.

Siempre agradeceré los sabios consejos de mi madre que me decía cuando "comencé a ser padre": tu hijo no te puede hablar o tratar de igual a igual, debe saber que no es igual que tú; que él es el hijo y está por debajo tuya; que tú eres el padre y eres quien manda...
Siempre agradeceré el ejemplo de autoridad y disciplina de mi padre. Su distanciamiento en el sacrificio de mi amistad en aras de una sana y educativa relación padre-hijo.
Siempre agradeceré a mis padres cada uno de los "cates" que me dieron en el culo y de las veces que supieron renunciar a la sonrisa y a mi cariño inmediato a cambio de reñirme, castigarme y ponerme en mi sitio, pues no hay nada como saber cuál es el sitio de uno en cada momento para que todo vaya bien.
Educar es muy difícil, pero más difícil es cuando uno no hace lo que tiene que hacer y los hijos toman el mando. Ésto acaba haciendo sufrir a todo el mundo, a los padres en primera instancia y a los hijos a medio-largo plazo.
Huyamos de ser "Padres-colega" o "Hiperpadres" y seamos, simplemente, padres.

Educar es frustrar.
Educar es decir no.
Educar es castigar.
Educar es dar un azote, si fuera necesario.
Educar es que tu hijo no te comprenda; que llore y que te deteste.
Educar es marcar límites y delimitar jerarquías; poner las cosas y a las personas en su sitio.
Educar es enseñar, dirigir, explicar, insistir, hablar, adiestrar, corregir...
Educar es obligar y prohibir.
Educar es dar ejemplo.
Educar es estar dispuesto a renunciar.

Amo a mis hijos. Los adoro. Disfruto con ellos y con su cariño y su risa. Deseo que sean felices y que se conviertan en personas educadas, inteligentes, responsables, justas y formales. Y, estoy convencido, de que éste es el único camino posible: que yo sea su padre y no su colega. Que sea un referente que les establece límites y normas y sepa decirles "no" por convicción. Que conozca sus necesidades reales y las satisfaga. Que sea capaz de privarles del pernicioso exceso de todo y de transmitirle mi amor incondicional, cualesquiera que sean sus logros, para que se sientan aceptados.

En fin, el impopular y duro camino de la frustración.

PD: besos para papá y mamá, para mis hijos, para mi mujer, para Olga y todos los que tenéis hijos y andáis envueltos en este trajín.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Héroes y Villanos


Hoy, para celebrar las 5.000 visitas al blog he pensado agradecéroslo con una entrada breve en lugar de una de esas tochas que me suelen salir...
Al grano.
Va sobre héroes y villanos que me han entrado por los oídos y los ojos estos días atrás.
Los héroes no son otros que los Héroes de Fukushima, en un principio unas 180 personas entre personal de la central y miembros de los equipos de emergencias. Durante los primeros días de la tragedia, en turnos de 50 personas, se fueron turnando para hacer lo imposible por tratar de enfriar el reactor nuclear de la Central Nuclear Fukushima I. Tras dos meses de trabajos ya habían realizado turnos unas 1.800 personas.
Les llamaban los 50 de Fukushima o los 50 Ronin, en recuerdo de los 47 Ronin (samuráis sin señor) que según la mítica historia lucharon y murieron (condenados a cometer suicidio) por su honor.
El día 7 de septiembre de 2011 fueron galardonados con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Según el acta oficial, el jurado consideró que "este grupo de personas representa los valores más elevados de la condición humana, al tratar de evitar con su sacrificio que el desastre nuclear provocado por el tsunami multiplicara sus efectos devastadores, olvidando las graves consecuencias que esta decisión tendría sobre sus vidas". El jurado destacó asimismo que "el comportamiento de estas personas ha encarnado también los valores más arraigados en la sociedad japonesa, como son el sentido del deber, el sacrificio personal y familiar en aras del bien común, la dignidad ante la adversidad, la humildad, la generosidad y la valentía".
Quiero pensar que, si dicha tragedia hubiera tenido lugar en una central española la respuesta de los trabajadores hubiera sido la misma, pero me cuesta. Nuestra sociedad tiene más arraigados otro tipo de valores como el "sálvese quien pueda", el "trinca tú también que yo no diré nada" y el "el más listo es el que más se escaquea", entre otros.

Los villanos, con todo el dolor de mi corazón, vuelven a ser los políticos. O la política, para no personalizar.
Me siento profundamente decepcionado por la situación económica mundial, pues parece que estamos a un tris de irnos todos a la mierda. Parece que cuando se quiebren las columnas del Partenon, habrá una especie de efecto dominó que nos mandará a todos al limbo económico.
Hoy, mientras me tomaba un café bebido a las 7:30 de la mañana he visto a ese tipo del FMI (o lo que sea) que nos suele meter las cabras en el corral. Uno con gafas de 40 pulgadas, bigote rubianco y cara de contable. Ese. Decía algo así como que, vale que los políticos digan que no vieron venir el inicio de la crisis del 2008, pero AHORA no tienen excusas.
Seguimos sin medidas estructurales que reactiven la economía y el debate político se centra en el dichoso impuesto de patrimonio y se impregna de ese patético miedo a tomar medidas impopulares de cara a las elecciones del 20-N. Patético. Patético y vergonzoso y previsible y ruín y deleznable y absolutamente irresponsable por parte de quienes han jurado defender los intereses de los ciudadanos y administrar razonablemente los bienes públicos.
Hace unos días, la Defensora del Pueblo en funciones, María Luisa Cava de Llano, anunció en el pleno del Congreso de los Diputados que había solicitado al Ministerio de Justicia que estudiara "con toda seriedad y rigor" la inclusión del despilfarro público como delito en el Código Penal. Mis respetos y todo mi reconocimiento para ella, que ha manifestado lo que el pueblo (al menos yo) reclama hace tiempo. En cuanto alguno, en vez de llevarse la "paguita" se lleve una buena condena, cundirá el ejemplo y otro gallo nos cantará...

Sinceramente, sólo respetaría y votaría al político que tenga cojones de decirme que la cosa va de culo, incluso al que reconozca su parte de culpa (que aquí todos van "al estilo Mou", repartiendo culpas y auto-eximiéndose) y coja el toro por los cuernos, tomando las medidas necesarias, incluso las más impopulares, incluso a pesar de que les suponga un gran riesgo en cuanto a una posible pérdida de votos. Sólo a ese votaría, fuera cual fuera su partido.

Pero, aquí viene el Sr. Rubalcaba a tener la desfachatez de presentarse como candidato a las elecciones generales como si no hubiera tenido nada que ver con la situación actual de nuestro país, hundidísimo, dentro del hundimiento económico global. Y, con una campaña lleva de sentencias injustificables, nos dice que ZP no valía, pero que él sí. Que él (y la forma de gobernar de su partido) tiene las soluciones... que hasta ahora no ha tenido.

"Porque tiene ideas y propuestas", "porque afronta los problemas", porque da seguridad", "porque es muy listo", "porque necesitamos políticos de altura", "porque toma decisiones", "porque da gusto oírle", "porque sabe lograr acuerdos", son algunos de los argumentos esgrimidos durante su vídeo promocional.
Su lema de campaña: "Escuchar, hacer, explicar". Sinceramente, me parto el pecho. "Rubalcaba, sí"... ¿Que sí, qué?

En fin, al final no me ha salido tan breve como pretrendía. Disculpadme, resumir nunca ha sido mi fuerte.
Gracias por las 5.000 visitas y por vuestros comentarios y apoyo.
Si esto acaba petando, no olvidéis que os quiero.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Mi pueblo: de la guerra al Chill Out...

Por continuar con las pinceladas del verano, quiero contaros una historia.
Al final se entenderá porqué.

Corrían los años 1937 y 1938 y la nefasta y fratricida Guerra Civil devastaba con virulencia nuestro país, alterando salvajemente su vida y su geografía, escindida a fuerza de pólvora y sangre en las conocidas zona nacional y zona roja.
Mis abuelos maternos, Fernando y Matilde, se habían casado en julio del 37. Poco después, en el primer permiso que pudo solicitar mi abuelo (capitán por aquel entonces), viajaron a Cádiz a pasar unos días. Antes de acabar el permiso fue mandado llamar con la orden de incorporarse a filas, con destino en el peligroso frente de Teruel.
La batalla de Teruel tuvo lugar entre el 15 de diciembre de 1937 y el 22 de febrero de 1938. En algún momento de su desarrollo, mi abuelo fue herido en un dedo de una mano. Inopinadamente, a mi abuela le llegó noticia de que había sido herido en la cabeza y la reacción fue inmediata. A sus 19 añitos, con el país desgarrado por la guerra, consiguió un salvoconducto para visitar a su marido durante una semana, malhizo una maleta y atravesó el país por la zona nacional (pasando por Salamanca) hasta llegar a un pueblo de Guadalajara llamado Maranchón. Éste se ubicaba en la zona más segura cerca del frente y en él había una fonda donde alojarse: el Café-Fonda Bueno.
Si no habéis conocido a mi abuela, no sabéis que, a pesar de ser mujer, había sido provista por Dios con un desomunal par de cojones.
La Fonda Bueno se llamaba así porque era regentada por la familia de Isaac Bueno y Tomasa Gilaberte, quienes tenían la ayuda de sus cinco hijas, Mauricia, Eulalia, Conmemoración, Matilde y Petra, y un varón cuyo nombre era Isabelo.
Cuando mi abuela apareció por la fonda, guapa como era, maquillada y peinada como una artista de Hollywood, con su abrigo largo y su gorro de astracán, nadie dudó de que se trataba de la amante de un oficial; evidentemente, una pilingui de cabaret. Esto duró lo que tardó ella en remangarse la camisa para ayudar en las tareas de la fonda, metiendo los brazos en el fregadero hasta más allá de los codos o amasando el pan con la bravura de un fornido herrero.
Al poco tiempo, todos se habían encariñado de aquella graciosa sevillana de 19 años y de su entrañable historia de amor y la trataban como a una hermana más.
Lo que habría sido un viaje breve con la intención de visitar a un reciente marido al que, probablemente, esperaba encontrar moribundo se convirtió en una estancia de seis meses en los que se fraguó una amistad con la familia Bueno que duraría toda la vida. Mi abuelo, por aquella época un audaz y guasón veinteañero, volvía del frente siempre que podía a la Fonda Bueno y pasaba divertidos ratos con las chicas. Como aquellos paseos que les daba en el Jeep... Años después contaban cómo un día las hizo montar diciendo que iban a dar un paseo y que les iban a comprar unas bragas y ellas se mondaban con las tonterías de mi abuelo...
Acabó la guerra y, vinieron nuevos y cambiantes destinos. Zaragoza, Lérida,Toledo... Mi madre, sin ir más lejos, nació en Lérida y dió sus primeros pasos entre Toledo y el suelo de la Fonda, donde Tomasa después le daría pan con vino y azúcar.
No fue hasta 1949 que consiguieron volver a Sevilla. La descendencia aumentó hasta completar un hermoso ramillete de cuatro hijas, de las cuales la segunda, a la que llamaron Matilde, tuvo a bien tenerme a mí como segundo hijo.
Durante todos aquellos años, siempre que podían, volvían a Maranchón huyendo de la calurosa Sevilla y siempre buscando reencontrarse con sus viejos amigos y, por supuesto, hospedándose en la que sentían como su casa: la Fonda Bueno.
Mis padres se casaron en el 68 e inmediatamente debían ir a Zaragoza, pues mi padre comenzaba a trabajar en una conocida fábrica de colchones. Allí vivirían unos séis años y naceríamos los tres mayores. Este hecho propició que en 1969 mis abuelos decidieran lo que ya llevaban años planeando: comprar una casa en Maranchón.
Y, allá que fueron y dieron con una casa, que decían que, tiempo atrás, había sido del médico. Se ubicaba en la calle conocida como "el puligano de San Blas" y, poco a poco, fueron amueblándola con cuatro cosas; lo justo para que fuera habitable y comenzáramos a pasar allí nuestros primeros veranos.
Mi abuelo, un militar muy atípico, encargó y colgó en su entrada lo que él consideraba (fruto de su carácter eminentemente cachondo) el escudo de armas de su familia Raposo, en el que rezaba el lema: "DIOS, PATRIA, FAMILIA Y SEVILLA F. C." y se empeñó en arreglar y levantar la Cruz de las Ánimas Benditas -la que se halla donde empieza la subida al puligano-, que cada año volvía a encontrar caída.
Mi primer verano con uso de razón fue a los diez años. Quizá llevábamos algunos sin ir por allí pues, con frecuencia, también íbamos a La Montaña, que es como los cántabros llaman a su Cantabria. Inmediatamente, con su carácter entrañable y nervioso, Petra -la gran amiga de mi abuela, única superviviente hoy día de aquellos hermanos Bueno Gilaberte- hizo un reparto providencial y colocó a cada uno de nosotros en una pandilla: mi hermana mayor con su sobrina Olga, yo con su sobrinos-nietos Rafita y Rober y mi hermana menor con Elisita. Por aquella época, Nachete tenía tan sólo un año. Más tarde, apenas tuvo uso de razón, se emparejó de forma natural con Angelito, el hermano pequeño de mis mejores amigos.
Ahí siguieron años de inolvidables veraneos, años de peñas cochambrosas donde jugábamos a las cartas, tonteábamos y bebíamos limonada. Años de persecuciones a las chicas en bicicleta, partidos de fútbol en la era del Quinqui o contra los pueblos vecinos (¡Partidos de máxima rivalidad contra Ciruelos del Pinar!), fiestas y bailes, disfraces, novietas e interminables risas con los amigotes, las primeras copas de más, bromas y trastadas de menor o mayor índole... Fuimos "el Vampus", "los Truños", "Pinta en Kopas"... y disfrutábamos cada segundo.
Luego, mi padre abrió la tienda y vinieron los veranos sin poder ir. Más tarde, los veranos en que empezaban a faltar amigos por los estudios o la mili. La pandilla parecía disgregarse y se mermaba verano tras verano. Con los años, vienieron los trabajos, las bodas y las responsabilidades y comenzamos a ir en nuestras propias vacaciones y no en la de nuestros padres. Casados bastantes y, algunos, ya con hijos, el grupo se fue rehaciendo.
Ahora somos una gran peña y asociación de casi cuarenta amigos: LO MEJOR DE CADA CASA. Triste y prematuramente, perdimos por el camino a algunos que, por desgracia, ya no volverán. Siempre tenemos en el recuerdo al Rober y al Chato. ¡Menudos trastos! ¡La que tienen que estar liando allá arriba!. Otros, eligieron otro camino que se alejaba del nuestro. En cambio, se nos han unido otros amigos en una especie de fusión (bueno, les hemos absorbido...), como varias piezas de La Piedruca y Roberto, con su oscuro e incomprensible pasado Kueskero...
Y, por supuesto, las parejas de cada uno de nosotros... canela fina.


Pues bien, con este grupo de amigos he pasado este verano en las fiestas de Maranchón. ¿Para qué contaros? Llevábamos dos veranos sin poder ir y había muchas ganas. Las fiestas duran de jueves a domingo y, en nuestra peña, llevamos años recuperando para la noche del miércoles la tradicional Fiesta del Gorro (que antiguamente se celebraba en El Cine e iban todas las peñas), para la que, este año, organizamos una Fiesta Chill Out. Todos con ropa de estilo ibicenco y la peña magnificamente ambientada con esos sillones bajos tipo chaisse-longue, cañas, docenas de velas, lámparas de papel, litros de mojito... ¡Y hasta un Photocall! Ahí, mi primo Juancar ha vuelto a bordarlo.





¡Ah! Se me olvidaba contar un pequeño detalle: Tras morir mi abuela en 2003, se vendió la casa de Maranchón. Nada serio; los típicos desacuerdos entre hermanas. Por lo que ya no tenemos casa en el pueblo. Bueno, casa en propiedad... Ahora siempre nos hospedamos en "otra fonda Bueno", la casa de mi amigo y hermano Juancar, regentada por sus generosos padres, Isabelo Bueno y Loli Caballero, quienes nos tratan como a unos hijos más y nos hacen sentir como en nuestra propia casa. Por desgracia, Javi no ha podido venir este año y nos han "cedido" gentilmente su dormitorio... otro año nos tocará dormir en la cámara... y contentos, eh. Ni que decir tiene, que nada de esto hubiera sido posible sin su maravillosa y entrañable hospitalidad, sin su servicialidad y sin su comprensión, sin su bondad... Y, por Dios, Loli, ¡qué tortillas de patata, hija mía! Desde aquí, nuestro más sincero y cariñoso agradecimiento, ad aeternum.

En fin, que así son las cosas y la gente de mi pueblo.

PS: mami, gracias por toda la información sobre aquella época. Ponte güena ya, anda, porfa. Un besito gordo.



viernes, 2 de septiembre de 2011

Arte con mayúsculas: Antonio López en el Thyssen

Es 1 de septiembre y llueve a mares.
Aunque no hace frío, ya se siente en la piel esa despiadada e implacable certeza de que el verano se nos ha esfumado; así, casi sin darnos cuenta.
Tengo muchas ganas de contar todo lo que hemos hecho, sobre todo en el caluroso agosto. Ya, a principios de mes conté cómo había ido aquella quincena de julio en la que andaba observándolo todo. Parece que hace un siglo de aquello...
No voy a ser capaz de resumirlo todo en una entrada, así que haré dos o tres y, probablemente, las desordenaré cronológicamente. Más que nada porque no consigo aguantarme las ganas de hablar sobre lo que tengo previsto hablar en ésta: La exposición retrospectiva de Antonio López en Madrid, Museo Thyssen.



Antonio López García (Tomelloso, 1936) es unánimemente considerado el más importante pintor español vivo. A sus 75 años, tras más de 50 de profesión, acumula una incomparable trayectoria de progresión artística, exposiciones, premios y reconocimientos que, por supuesto, no enumeraré aquí. Para eso está la wikipedia.
Desde 1993 no tenía lugar una gran exposición retrospectiva de su obra y, cuando me enteré (coincidiendo por suerte con un viaje de vacaciones a madrid) reservé entradas para los dos... bueno, por no mentir, las reservó ese solete que tengo por esposa.
La exposición es, sencillamente, impresionante. Está organizada de forma que, en una primera parte se disfruta de parte de su obra más reciente y algunas de las más conocidas y, en un segundo recorrido, se visiona una retrospectiva de su obra, con la intención de adquirir una mejor perspectiva de la evolución en la obra del artista.
Las obras abarcan diferentes disciplinas y técnicas que podríamos resumir en: pintura (habitualmente, óleo sobre tela), escultura (madera policromada, bronce) y dibujo (carboncillo y lápiz sobre papel).



El precio de la exposición (sólo Antonio López, sin la permanente del Thyssen) es de 10 euros, pero recomiendo absolutamente disfrutar de las explicaciones que ofrecen las audioguías. Sólo supone 3 euros extra y multiplica exponencialmente el disfrute en la observación y conocimiento de cada obra y del propio autor. Testimonios propios, de amigos, de críticos de sus hijas... abren el objetivo y consiguen elevar nuestra percepción de las obras mediante el conocimiento más profundo de la vida, las motivaciones, las preocupaciones, los sufrimientos y las pasiones de su autor.
No quiero enrollarme más. Sólo destacar que, a pesar de ser considerado popularmente como "pintor hiperrealista", tanto él como las críticas que se escuchan rechazan de plano tal extremo, destacando la sensibilidad, la calidez, la vibración en cada pincelada de cada cuadro. Sin duda se trata de un pintor muy apoyado en una incomparable mano para el dibujo y lo figurativo; meticuloso, perfeccionista y detallista que consigue que nuestros ojos vean un realismo de instantánea en el concienzudo trabajo (en ocasiones a lo largo de años) de tejer oleosas pinceladas de color.
Una de sus premisas, que ayudan a comprenderle algo más, es aquella que dice que "una obra nunca se acaba, sino que se llega al límite de las propias posibilidades". Es imposible que haya buenas manos sin una gran mente detrás.



Sinceramente, me he enamorado de la obra de Antonio López que conocía sólo superficialmente. Me he embelesado con sus asombrosos dibujos a lápiz, hasta el punto de, en ocasiones, no ser capaz de despegarme del que estaba admirando para pasar al siguiente. Me he conmovido con las esculturas de forma humana, en ocasiones de descomunales dimensiones; con la inquietante presencia de vida en las figuras policromadas de El hombre y La mujer que, por momentos, me obligaban a autoconvencerme de que no iban a echar a andar. He crecido admirado en el secuestro voluntario que ejercen sobre mí sus grandes pinturas al óleo con insólitas vistas de Madrid, sobre la desierta Gran Vía con la que parece poderse hablar y las obras que nos abren a su pequeño y claustrofóbico mundo particular: su casa y su estudio. Su nevera, su cuarto de baño, la mesa donde come, sus ventanas, sus viejos y sucios muebles de artista volcado en su pasión... Ese magnetismo te atrapa y no te deja avanzar, te obliga a seguir mirando, a seguir preso en unos trazos o formas que, aspirando a la perfección, alcanzan la más pura forma de expresión y emoción artística.

Alguna otra recomendación:
-Reservar entrada por internet.
-Horario, el más temprano posible.
-Ir sin prisas.
-Adquirir audioguías.
-Visitar la exposición permanente del museo, si no se ha hecho ya. Imprescindible para los amantes del arte.
-La exposición dura hasta el 25 de septiembre de 2011. Para quien le venga mejor, luego estará otros 3-4 meses en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, del 6 de octubre de 2011 al 22 de enero de 2012. Una magnífica ocasión para hacer doblete con el Guggenheim.

Si os gusta el arte, no podéis perdérosla.
Bueno, sí podéis, pero sería una verdadera pena.